21 febrero 2016

Síndrome de Osgood-Schlatter

Ilustración 1 - Síndrome Osgood-Schlatter. Radiografía lateral que muestra fragmentación en el tubérculo tibial (flecha) en un niño de 12 años con síntomas clínico indicativos de OSS. Chang et al. (2013)
Ilustración 1 - Síndrome Osgood-Schlatter.
Radiografía lateral que muestra fragment-
ación en el tubérculo tibial en un niño de
12 años con síntomas clínicos indicativos 
de OSS. Chang et al. (2013)
El Síndrome de Osgood-Schlatter (OSS) comunmente conocido como "crecederas", se describe como una apofisitis del tubérculo tibial; una inflamación dolorosa de la protuberancia superior de la tibia, justo debajo de la rodilla producto de la tensión repetitiva en la inserción del tendón rotuliano. (Kabiri, Tapley, & Tapley, Feb 2014)  Se encuentra principalmente en adolescentes y jóvenes de entre 8 y 15 años, siendo más frecuentes su aparición en chicos entre los 12 y 15 años que en chicas donde suele aparecer entre los 8 y 12 años,  y frecuentemente (20-30%) aparece de forma bilateral. (Purushottam, Scher, Khakharia, Widmann, & Green, 2007)

La especialización temprana en el deporte, el aumento de la presión en el entrenamiento, el descenso en el tiempo de descanso entre sesiones y temporadas contribuye a un aumento del estrés y lesiones por sobrecarga. (Kabiri, Tapley, & Tapley, Feb 2014)  El OSS se produce por la tensión repetida que el músculo Cuádriceps realiza sobre la tuberosidad tibial sobre todo al realizar gestos deportivos como saltos (baloncesto, voleibol, atletismo) y/o por contacto directo (arrodillarse). Vemos esta lesión sobre todo en Fútbol (30%), Rugby (17%) y Patinaje sobre hielo masculino con un 14,2% de los casos. (Kabiri, Tapley, & Tapley, Feb 2014) Ogden y Southwick sugieren que el OSS se causa por la incapacidad de osificar y recuperar completamente la zona afectada por la tensión repetida del tendón rotuliano sobre la tuberosidad tibial, resultando en una avulsión de la zona afectada y formación ósea extra entre los distintos fragmentos. (Ogden & Southwick, 1976)

El examen físico inicial presenta una hinchazón, sensibilidad local y dolor en el área de la tuberosidad tibial. El dolor se puede reproducir con la extensión forzada de rodilla, al arrodillarse, subir escalones, correr, etc. También se suele encontrar una disminuida flexibilidad del cuádriceps (Kabiri, Tapley, & Tapley, Feb 2014) El dolor se presenta como leve e intermitente en la fase inicial. En la fase aguda el dolor se hace más severo y continuo en su naturaleza. (Purushottam, Scher, Khakharia, Widmann, & Green, 2007)


Los factores de riesgo principales son, además de la edad ya mencionada y el género masculino, la tensión excesiva del cuádriceps, la fuerza del mismo durante la extensión de rodilla y la disminuida flexibilidad en los isquiotibiales. (Kakase, y otros, 2015) Otras variaciones anatómicas normales o patológicas como padecer de rótula alta, mantener una postura de pies en pronación, genu valgo de rodilla, rotación interna o externa tibial o un aumentado ángulo cóndilo-maleolar se han encontrado en diferentes estudios en pacientes con OSS, aunque no están aceptados de forma unánime debido a la falta de evidencia. (Purushottam, Scher, Khakharia, Widmann, & Green, 2007)

En cuanto a la intervención o tratamiento, la fisioterapia y el acondicionamiento físico forman una parte importante en el tratamiento del OSS. Se recomienda el uso de estiramientos tanto de cuádriceps como de isquitibiales si se encuentra que éstos son hipertónicos o se encuentran demasiado tensos, evitando siempre el dolor en la zona afectada para no empeorar la situación. (Whitmore, 2013) (Gaibor, y otros, 2006)

Se recomiendan también ejercicios de fortalecimiento de la musculatura débil alrededor de la zona lesionada. El fortalecimiento de cuádriceps a través de ejercicios isométricos, elevaciones con la pierna extendida (Straight leg raises) y ejercicios de cuádriceps en arco corto (short arc quadriceps) se consideran un standard para el tratamiento del OSS. (Antich & Brewster, 1985) De nuevo estos ejercicios deberían llevarse a cabo sin dolor. (Gaibor, y otros, 2006). Y aunque existen algunas propuestas de fortalecimiento también de isquiotibiales (Gerbino, 2006), el gran consenso general se centra en el fortalecimiento específico del cuádriceps débil. (Whitmore, 2013) (Kleposki, 2008). En mi opinión, y por sentido común; lo ideal sería medir los índices de fuerza de ambas musculaturas e intentar alcanzar al menos el estándar de 0.6 en la relación de fuerza entre ambos grupos musculares. Ross y Villard recomendaban ejercicios de fortalecimiento y mejora de la flexibilidad de la musculatura periarticular, incluyendo cuádriceps, isquiotibiales, cintilla iliotibial y gastronemio. En un principio los ejercicios de alta intensidad de fortalecimiento de cuádriceps están contraindicados en la etapa inicial. Ejercicios de menor intensidad como ejercicios isométricos en diferentes ángulos son los ideales en la etapa inicial del tratamiento conservador. Los ejercicios de más intensidad de fortalecimiento de cuádriceps así como de estiramiento de isquiotibiales se incluirán gradualmente. (Purushottam, Scher, Khakharia, Widmann, & Green, 2007)

Meisterling et al. (1998) nos muestra un programa de fortalecimiento progresivo de cuádriceps, comenzando con elevaciones de pierna extendida (SLR) seguido por ejercicios de cuádriceps en arco corto, squat contra pared y llegado el momento, ejercicios de saltos con cuerda. (Meisterling, Wall, & Meisterling, 1998)


En mi opinión habría que incluir algún ejercicio de fuerza dinámico entre los isométricos y la pliometría. Hasta no estar 100% seguros de que podemos dar ese paso final, es preferible no hacer daño al sujeto e ir poco a poco. En cuanto a series y repeticiones, etc. Progresa conforme te lo permita la lesión pero sin prisas. Si puedes hacer 3-4 series de 30-45 segundos del Short Arc Quad sin dolor, puedes pasar realizar el Squat contra la pared en un ángulo de unos 45-60 grados durante 4 repeticiones de 30 segundos. Cuándo consigas esto, pasa a un ángulo más pronunciado de 90 grados y más adelante podrás ir alternando ambas posiciones durante más tiempo. Poco a poco y siempre, todo esto depende del sujeto y sus circunstancias.

El uso de medidas ortopédicas como rodilleras o cintas rotulianas, especialmente en momentos puntuales de actividad, puede ser beneficioso para el sujeto, ya que disminuyen y distribuyen las fuerzas de tracción en la tuberosidad tibial. (Gerbino, 2006) (Whitmore, 2013)

Si el fisioterapeuta lo considera necesario el uso de iontoforesis o de medicamentos anti-inflamatorios y anestésicos deberían en teoría ayudar a mejorar la inflamación y el dolor en el tubérculo tibial. (Kabiri, Tapley, & Tapley, Feb 2014) (Purushottam, Scher, Khakharia, Widmann, & Green, 2007)

Es muy importante que el sujeto se conciencie en que debe disminuir la cantidad de actividad que realiza para disminuir los síntomas del OSS, ya que ésta proviene del mismo sobreuso. Así mismo, la inclusión de ejercicios específicos de calentamiento previos a realizar la actividad, así como el uso de frío al término de la misma actividad deberían ser imprescindibles para el sujeto. (Kabiri, Tapley, & Tapley, Feb 2014) (Purushottam, Scher, Khakharia, Widmann, & Green, 2007)

          La mayoría de los investigadores manifiestan que los síntomas se resuelven en el 90% de los casos, aunque pueden permanecer de 12 a 24 meses antes de su ausencia completa. Aproximadamente el 10% de los pacientes mantienen los síntomas en la edad adulta a pesar de tomar medidas conservadoras. (Purushottam, Scher, Khakharia, Widmann, & Green, 2007)


Referencias

Antich, T., & Brewster, C. (1985). Osgood-Schlatter disease: review of literature and physical therapy management. J Orthoop Sports Phys Ther, 7(1): 5-10.
Chang, G. H., Paz, D. A., Dwek, J. R., & Chung, C. B. (2013). Lower extremity overuse injuries in pediatric athletes: clinical presentation, imaging findings, and treatment. Clinical Imaging, 37; 836-846.
Gaibor, J., Sánchez, D., Martillo, J., Vinueza, H., García , K., & Bobadilla R. (2006). Avulsion-fracture of the tibial tuberosity during Osgood-Schlatter disease in adolescent: case report and review of the literature. Internet J Orthopedic Surg, 3(1).
Gerbino, P. (2006). Adolescent Anterior Knee Pain. Opertaive Techn Sports Med, 14(3): 203-11.
Kabiri, L., Tapley, H., & Tapley, S. (Feb 2014). Evaluation and conservative treatment for Osgood-Schlatter disease: A critical review of the literature. International Journal of Therapy and Rehabilitation, Vol 21, No 2.
Kakase, J., Goshima, K., Numata, H., Oshima, T., Takata, Y., & Tsuchiya, H. (2015). Precise risk factors for Osgood-Schlatter disease. Arthroscopy and Sports medicine, 135: 1277-1281.
Kleposki, R. (2008). Treating youngsters' athletic injuries; with children and teens under pressure to star on the playing field, sports injuries have become common. Here's how to recognize and treat them. Clin Advisor, 11(4): 53-9.
Meisterling, R., Wall, E., & Meisterling, M. (1998). Coping with Osgood-Schlatter Disease. Phys Sportsmed, 26(3): 39-40.
Ogden, J., & Southwick, W. (1976). Osgood-Schlatter's disease and tibial tuberosity development. . Clin Orthop Relat Res, 116: 180-189.
Purushottam, G. A., Scher, D. M., Khakharia, S., Widmann, R. F., & Green, D. W. (2007). Osgood Schlatter syndrome. Current Opinion in Pediatrics, 19-44.
Whitmore, A. (2013). Osgood-Schlatter disease. JAAPA, 26(10): 51-61.

Ilustración 1 - Síndrome Osgood-Schlatter. Radiografía lateral que muestra fragmentación en el tubérculo tibial (flecha) en un niño de 12 años con síntomas clínico indicativos de OSS. Chang et al. (2013),

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